Me encontré a Manuel Viñas un día temprano, llegaba del mar después de una noche de pesca, yo iba a recoger un tronco de naranjo, un viejo tronco retorcido y de buena madera, pensaba utilizarlo, sin saber bien en qué, y estaba allí, mirándolo, cuando aparece él. En su cara había toda una historia para contar, su figura era poderosa a pesar de su corta estatura, sus manos, grandes, cargadas de esfuerzo y remo,…me quedé mirándolo, no sé, un tiempo y no podía apartar la mirada se su figura.