El ser humano, desde su infancia, aprende el símbolo del dibujo de forma esquemática como medio de expresión. La sencillez de los trazos y la pureza esencial de su plástica, lejos aun de un racionalismo pragmático de carácter artístico, nos evidencia que el gesto, con la conformación de unos elementos de información elementales, es descifrado por el cerebro identificando unas formas muy diferentes y apartadas de la visualidad física real.