En el año 1992, decidí pedir la excedencia, dejar todo lo que tenía, consciente de que no volvería a pisar un aula, e irme a Nueva York. básicamente necesitaba encontrar la relación entre el arte y yo, necesitaba mirarme a mí mismo, sentir que podía hacer algo y buscar las soluciones, perder los miedos, y hacer aquello que realmente me acercarse a mí mismo como persona; que en consecuencia definiese, la ruta, el camino en que discurría la pintura.